Nutrición en el adulto mayor

Se puede considerar que un adulto mayor está en riesgo o tiene desnutrición si hay indicadores que muestren un índice de masa corporal anormalmente bajo, pérdida de peso involuntaria y deficiencias vitamínicas específicas, o si existe la certeza de un consumo dietético disminuido.

Los adultos mayores componen una población vulnerable a la desnutrición. En el 2006 se estimó que hasta un 16% de estas personas tienen deficiencias calóricas y proteicas. Al incluir las deficiencias de minerales y vitaminas, esta cifra aumentó al 35% de los mayores de 65 años. Como factor contribuyente, las diferentes comorbilidades comprometen el estado nutricional general. Por este motivo, los médicos que tienen contacto con adultos mayores deben poder no sólo diagnosticar y tratar la desnutrición, sino también educar a las personas sobre unos hábitos alimenticios adecuados.


Se puede considerar que un adulto mayor está en riesgo o tiene desnutrición si hay indicadores que muestren un índice de masa corporal anormalmente bajo, pérdida de peso involuntaria y deficiencias vitamínicas específicas, o si existe la certeza de un consumo dietético disminuido.


Las enfermedades degenerativas, como la enfermedad cardiovascular y la enfermedad cerebrovascular, la diabetes, la osteoporosis y el cáncer, pueden afectar y verse afectadas por la dieta. Específicamente, la deficiencia de micronutrientes es común en los mayores por múltiples factores, entre ellos, la disminución de la ingesta de comida y la pobre variedad de alimentos que se ingiere. A esto se le pueden sumar los cambios cognitivos y la disminución de la agudeza visual, así como el alto costo de los alimentos enriquecidos con micronutrientes, lo que afecta el consumo de una dieta balanceada.


El médico debe estar particularmente atento con los adultos mayores que tienen restricciones alimentarias, un ingreso económico bajo, poco contacto social, depresión, alcoholismo, pobre cicatrización, múltiples hematomas, caídas y fracturas y complicaciones odontológicas, pues pueden ser signos de alerta de un problema nutricional.


Sin embargo, pese a ser un problema frecuente, la Organización Mundial de la Salud considera que no son claros los requerimientos nutricionales en el adulto, pues se sabe que hay una reducción del requerimiento de energía por kilogramo de peso corporal y, además, hay requerimientos de ciertos nutrientes que se reducen, mientras que otros se aumentan. No obstante, en las últimas Guías Dietéticas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos se sugiere que las personas de 50 años o mayores escojan todos los días los siguientes alimentos:


  • Frutas: 1½ a 2½ tazas (½ taza de fruta equivale a 16 uvas o a un durazno mediano).

  • Verduras: 2 a 3½ tazas (1 taza de verduras picadas equivale a dos tazas de espinaca cruda).

  • Granos: de 5 a 10 onzas (una onza de granos equivale a una tajada de pan integral, una taza de cereal en hojuelas, o media taza de arroz cocido o pasta).

  • Proteínas: de 5 a 7 onzas (una onza de proteína equivale a un huevo, un cuarto de taza de frijoles cocidos o tofu).

  • Lácteos: 3 tazas de leche semidescremada o descremada (una taza de leche equivale a una taza de yogurt natural o a dos tajadas de queso).

  • Aceites: 5 a 8 cucharaditas. Alimentos como el aguacate, las aceitunas y las nueces tienen bastante aceite saludable.

  • Fibra: alto contenido de fibras solubles e insolubles. La mejor fuente son las frutas y las verduras, pero también se puede encontrar en alimentos de grano entero.

  • Evitar las grasas sólidas, azúcares añadidos y el sodio en altas cantidades.


Los requerimientos calóricos se muestran en la siguiente tabla:

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Finalmente, no se debe olvidar resaltarle al paciente sobre la seguridad alimentaria, que incluye el lavado de manos antes de preparar los alimentos y una adecuada preparación de los mismos, lavándolos y cocinándolos de manera apropiada. Se deben preferir preparaciones al vapor, escalfadas (cocer un alimento en un líquido que no alcanza a hervir) o hervidas, pues se ha visto que las preparaciones al horno, la parrilla y fritas aumentan el riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2.


Los buenos hábitos alimenticios tienen un impacto significativo en la salud, aún más en el adulto mayor, ya que reducen el riesgo de enfermedades como la osteoporosis, la hipertensión arterial, las enfermedades cardiovasculares y ciertos cánceres. En general, una buena recomendación para el adulto mayor es escoger una adecuada variedad de alimentos, evitar las calorías vacías (alimentos con un alto contenido calórico pero pocos nutrientes) y consumir alimentos bajos en colesterol y grasas, en especial las saturadas y trans.


Escrito por: redacción Avances en Salud, Editores Académicos SAS. Septiembre 2016.



Referencias: